También debatimos sobre diversas cuestiones del lenguaje inclusivo, ¿hacia dónde tenemos que caminar? ¿Es el lenguaje reflejo de la realidad? ¿Debemos cambiar nuestra forma de pensar antes que el lenguaje que la verbaliza?
Raquel nos dice que no leamos Nubosidad variable, aunque ella lo relee cada poco...
Editorial de la alegría y la siguiente playlist:
- Música de ascensores - Love of lesbian
- Zierzo - Mallacán
- Arroba - Def con dos
- Cunnilingus post mortem - Mamá Ladilla
- Quiéreme doctor - Chico y Chica
Y aquí el podcast con el editorial:
A
veces se nos olvida vivir. Existimos, sí, pero en la carrera incesante de la
consecución de objetivos. Existimos y por lo tanto hacemos otras muchas cosas,
pero no trabajamos, estudiamos, luchamos, comemos, leemos, mientras vivimos.
El
recién llegado calor ha debido alimentar mi espíritu y me he dado cuenta de que,
aunque es cierto que pudiera parecer obsceno, hay motivos para sonreír.
Por
si no me entendéis, decía Benedetti que vivió luchando, que huyó de su país
tras el golpe de Estado de 1973, que vivió exiliado lejos de su familia, que
hay que
Defender la alegría como
una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
Quiero decir que
el mundo puede irse a la mierda, pero nos queda la alegría, nos quedan los
amigos, la familia, nos quedan brazos donde refugiarnos… Nos quedan los paseos
al sol, con los que de paso descubrir publicidad de hospitales privados en las
marquesinas de los autobuses… Nos quedan los besos. Nos queda como decía mi
admirado Benedetti, la alegría como trinchera.
La derrota es
limitarnos a existir. La derrota es defraudar nuestra propia trascendencia.
Virginia Hernández
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